– Omitir alguna de las comidas principales (ej. el almuerzo o el desayuno).
– Excesos en el consumo de alimentos grasos e hipercalóricos (ej. galletitas, facturas, etc.).
– Comer bajo situaciones de estrés, de forma acelerada y distraída (ej. comer en el escritorio, respondiendo mails).
– No disponer del tiempo suficiente para planificar y elaborar las comidas (ej. preparar vianda con antelación).
– Omitir el consumo de alimentos saludables (frutas, verduras y lácteos) en el ámbito laboral.
– Consumir excesiva cantidad de café, bebidas cola y demás bebidas endulzadas.
– Disponer de comedores empresariales que ofrecen un menú inadecuado para la población que asiste.
Seguramente han observado que en el ámbito laboral los puntos anteriores se presentan como hábitos de consumo comunes. La falta de tiempo y de organización suelen ser la principal razón por la cual las personas no logran realizar una alimentación saludable en el trabajo. Motivos económicos (ej. comer nutritivamente es más caro), psicológicos (ej. comer es perder el tiempo) y edilicios (ej. no hay heladera, no hay comedor) se presentan también como barrera a la hora de comer mejor.
Por otra parte, sus consecuencias en el estado de salud: la obesidad y las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT).
La obesidad suscita especial preocupación para todos. A nivel individual es un riesgo, a nivel empresa es un riesgo, a nivel país también lo es para el sistema sanitario. El mundo está engordando y parece no haber forma alguna de detener el incremento en la prevalencia de la obesidad.
Según la Organización Mundial de la Salud es posible estimar que cada año fallecen alrededor de 3,4 millones de personas adultas en el mundo como consecuencia del exceso de peso y la obesidad. Asimismo, se estima pueden atribuirse al exceso de peso gran parte de la carga de enfermedad como el caso de la diabetes (44%) y las cardiopatías isquémicas (23%), y entre el 7% y el 41% de la carga de ciertos tipos de cánceres.
¿Lujo o Necesidad?
Es una necesidad que las empresas, así como demás organizaciones que nuclean personas dispongan de una política para prevenir la obesidad y ECNT en el entorno laboral. Lamentablemente, la mayoría de las organizaciones aún no han tomado medidas al respecto.
Idear un Programa de Salud Corporativo puede ser un desafío. Hay mucha información disponible al respecto y experiencias de éxito para inspirarse.
Desde Nutrim, consideramos que la integración tanto de las estrategias a involucrar como parte del programa, así como también la integración a nivel inter e intrapersonal (enfoque holístico) es la clave para observar cambios significativos.
Implementar estrategias aisladas, tal como una charla por aquí… un poster por allá, no suelen ser efectivos. Sólo un “programa” logra involucrar a las personas y generar cambios de hábitos duraderos.
Es recomendable diseñar el Programa de Salud en conjunto con profesionales de diferente índole (médico ocupacional, RRHH, nutricionistas, enfermeros, profesores de educación física, etc.). Como en todo equipo de trabajo, se necesitarán varios encuentros para acordar cuáles son las problemáticas de la compañía y las necesidades que se presentan, cuales son los recursos internos y externos que se disponen, cuales son los plazos, que se espera lograr, cómo se va a evaluar, cuál es el presupuesto a invertir, etc.
Debemos tener presente que mantener un buen estado de nutrición y salud es un factor que depende, en gran medida, de la motivación individual. Ofrecer un programa de salud con una mirada integral que empodere a la persona es una práctica empresarial viable y rentable, en la que todos salen favorecidos.