Normalmente, 2/3 parte del día transcurre en el ambiente laboral. Es allí donde los empleados realizan la mayoría de sus comidas diarias (desayuno, almuerzo y merienda, en el mejor de los casos).
Los principales problemas de alimentación observados en este ambiente son:
- La falta de tiempo y desorden para realizar las comidas
- La falta de espacio y comodidades apropiadas
- El exceso en la disponibilidad de alimentos altos en calorías
Una alimentación deficiente de manera sostenida aumenta el riesgo de las llamadas enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) tales como: cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares, el cáncer, obesidad, hipertensión arterial, diabetes, entre otras. Existe riesgo también de generar carencias de ciertas vitaminas y minerales que influyen negativamente sobre el rendimiento físico e intelectual de los trabajadores.
Los organismos internacionales han comenzado a preocuparse también por la salud de los empleados y los costos que esto genera a las empresas. La OIT (Organización Internacional del Trabajo) afirma que: “Una mala alimentación durante la jornada laboral causa pérdidas de hasta un 20% de la productividad“.
Mantener un buen estado de nutrición es un factor que depende, en gran medida, de la motivación, conducta y educación nutricional del empleado. Promover un programa de alimentación saludable es una práctica empresarial viable y rentable, en la que tanto empleados como empleadores salen favorecidos.